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Siete datos y dos predicciones sobre Joël Dicker, en la presentación de su nueva novela


Ya está aquí, ya llegó… ¡la nueva novela de Joël Dicker!

O como se debería decir, Joéééél Dickééééggg, porque el autor no es americano sino suizo francófono. ¿Qué ya lo sabíais? Pues van aquí unos cuantos apuntes más que tal vez no conocíais del autor de misterio del momento.

Fue el pasado jueves, durante la presentación de su última novela, La desaparición de Stephanie Mailer, en el Espacio Fundación Telefónica, cuando contó por qué todas sus novelas transcurren en Estados Unidos, y no, por ejemplo, en su Suiza natal (ni siquiera en Europa). Jöel Dicker pasó muchos veranos de su infancia en EE.UU., donde vivían sus primos. De estas vacaciones tiene recuerdos estupendos, pero no es éste el motivo de su repetida vuelta al  continente americano para situar sus novelas. Según contó el propio autor, más de una vez ha intentado situar sus novelas en Suiza (sin ir más lejos, La desaparición de Stephanie Mailer empezó situada en Ginebra, pero tras muchos intentos, no conseguía encajar la historia con el lugar).

Para Dicker, las ventajas de elegir Norteamérica son dos, la primera es conseguir “alejarse” de la historia, que tenga menos tintes autobiográficos que puedan contaminar la trama (cosa de la que doy fe: sus novelas tienen muchas cosas positivas y una de ellas es la “ausencia” del autor a la hora de leer. Son los personajes lo que narran, algo que otorga mucho realismo y que no todos los escritores consiguen).

La segunda es la elección de este tipo de pueblos americanos pequeños y aislados. Como él mismo cuenta, una historia de asesinatos nunca funcionaría en París o Nueva York, porque son lugares donde se producen crímenes casi todos los días. En un pueblo pequeño, en cambio, un asesinato o una desaparición se convierte en el centro de atención, y todos los personajes pueden formar parte de la trama. Y antes de que me acuséis de spoileadora, no tengo ni idea de si a nuestra nueva amiga Stephanie Mailer la asesinan o no.

Y hablando de personajes, algo muy curioso que comentó el autor durante la charla con su entrevistadora, la escritora Berna González Harbour, fue que una de las ideas que dieron pie a la historia de Stephanie Mailer fue su deseo de aplicar en una novela la teoría de los Seis Grados de Separación, esa que dice que todas las personas del planeta están conectadas por una cadena de conocidos de máximo seis personas (otras teorías más actuales reducen este número de personas en entornos como Facebook sólo a tres). La idea de Dicker era, por tanto, escribir la novela con un máximo de seis personajes, pero como él mismo confiesa, la cosa se le fue de las manos, y en Stephanie Mailer encontraremos más de una treintena de personajes. Sus palabras al respecto fueron, literalmente… oh megde!

Otra curiosidad: si habéis leído al menos una o dos novelas de Dicker, sabréis su curiosa forma de narrar “a saltos”, combinando trozos de la historia en el presente y el pasado, lo que fomenta mucho el misterio y la emoción (ejemplo: “pareja de enamorados en el presente… en el siguiente capítulo, que transcurre muchos años después, uno de los dos está muerto… vuelta al pasado en el siguiente capítulo y todo es bello y maravilloso… Momento intriga: ¿cómo puede ser que se mueeeeera? ¡¡quiero saber qué pasa ya!!” Y así hasta el capítulo final. El rey de la intriga, este Dicker). Pues atención, que gracias a una de las preguntas del público descubrimos dos cosas: que Dicker no tiene ni idea de lo que va a pasar en su novela (no planea toda la trama antes de empezar a escribirla) ¡y que la escribe tal cual se lee! Es decir, con los mismos saltos temporales. Como él mismo explicó, su método es un 90% de escritura (de seguido) y  un 10% de retoques, con los que puede llegar a cambiar alguna cosilla de sitio.

Impresionante, ¿no?

De la charla me quedo con dos apuntes más: uno, la explicación que me tenía tan en vilo de por qué todas sus portadas (al menos las españolas) representan cuadros de Edward Hopper. ¿Alguno recuerda la exposición del Thyssen de hace unos años en Madrid sobre el pintor? Yo tuve la suerte de verla… ¡y Jöel Dicker también! Más allá de las fantasías de #MiYoLiterario que considera que esto es cosa del destino (aquí no se va a mencionar nada sobre lo guapo y majo y guapo que es el autor), Dicker explicó lo mucho que le gusta este artista, especialmente porque “sus cuadros no sólo sorprenden por lo que representan, sino por lo que NO representan. En los cuadros de Hopper nunca se ve lo importante, es como si todos ocultaran algo” y eso es lo que hace que para él tengan tanta conexión con sus novelas negras de misterio.


Fueron muchas más las cosas que Dicker contó en la presentación (la verdad es que parecía que le habían dado cuerda y se pasaba de diez a quince minutos, sin exagerar, contestando cada pregunta que le hacía su interlocutora), pero me quedo con su sentido Merci, merci, merci, con la mano en el corazón, agradeciendo las palabras de Berna González sobre su gran literatura y mejor aún persona.   

¿Ganas de nueva lectura? Yo no veo la hora de devorar las 650 páginas de este novelón (nunca mejor dicho… ¿sabíais que la versión original tenía 1200 páginas?). Gracias al universo que a Dicker se le da tan bien el bisturí como la intriga.




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