Hace unas semanas, leí en el blog
de mi querida INMA (Millones de Letras) una frase que me impresionó muchísimo:
“el cerebro no distingue entre
los hechos leídos y los que vivimos en realidad, lo que nos lleva a
experimentar las mismas sensaciones”
Fue como una revelación. Y es
que, si cierras los ojos, seguro que puedes verte a ti mismo en algún momento
del pasado, rememorando un evento, unas vacaciones, un día especial… y, si
vuelves a cerrarlos y lo que haces es rememorar la escena de un libro, un
momento en una trama en la que te imaginaste caminando junto al protagonista y
viviendo cada paso narrado… ¿a que no hay diferencia entre los dos recuerdos?
Pensar en todo esto ha hecho que
me ponga nostálgica…
Y es que creo que he vivido
muchos de los libros que he leído. “Leer es vivir muchas vidas” siempre me
pareció una frase muy manida y poco identificativa de la realidad. Una frase
demasiado exagerada. Pero, pensando un poco más detenidamente, creo que le he
encontrado el sentido.
Me ha dado por pensar en los libros de mi vida. Sí, como los
grandes amores. Esos que marcan hitos en mi paso, que son como fiestas que
rememorar.
Di un salto (al menos para mí lo
fue) hacia la literatura juvenil cuando me leí por primera vez un “libro de
chicas”. De esos de páginas de canto rosa e historias de cambio de instituto y
dramas de amigas. Recuerdo el primero de una serie, se llamaba ¡QUÉ ASCO DE
AÑO! Y LA CULPA ES TODA VUESTRA. Suena dramático, ¿a que sí? Ahora que lo
pienso, esos libros en realidad son bastante infantiles, pero para mí supusieron
un cambio de literatura total.
Luego, el antes y el después. A mis 11 años me fui a Hogwarts y pasé allí
toda mi juventud. Para mí, como para miles de personas, los libros de HARRY
POTTER supusieron un antes y un después, y sin duda, confirman la idea de la
que hablaba al principio: la historia de Harry Potter forma parte de mis
recuerdos, igual que el instituto o las salidas, la playa en verano o los
viajes de todos aquellos años. Y estoy segurísima de que no soy la única que
tiene esa sensación. ¿Soy la única que sabría recorrer el colegio de magia con
los ojos cerrados?
Con los años, cada vez han sido
más los libros leídos y las aventuras vividas
(sí, vividas casi de verdad). He ido pasando por muchas épocas: atracones de
novela histórica, enganche a autores de humor o interés por las novelas
gráficas y los libros ilustrados, por ejemplo. Y sigue acompañándome esa
sensación: que mis propios recuerdos se entremezclan con las tramas de los
libros. Un ejemplo es lo que me pasó recientemente con EL REGRESO DEL CATÓN, de
Matilde Asensi (reseña aquí), donde la autora recupera a los personajes de su
libro “El Último Catón” y les sitúa en una trama 15 años después de la trama
del primer libro. Es como reencontrarse con viejos amigos: ¿qué fue de ellos? ¿dónde
viven ahora? ¿a qué se dedican? Algo parecido hizo J.K. Rowling con Pottermore, y es que, ¿cómo quería que
tras vivir 7 intensos años con Harry, Ron y Hermione, de repente no volviésemos
a saber de ellos nunca más? Así, toda la información sobre el futuro en la vida
(irreal) de estos personajes (ficticios) nos da la tranquilidad de saber que un
buen amigo de la infancia está bien y es feliz.
Bueno, qué, ¿os he convencido?
¿hay vida real más allá del papel? ¿dónde está la diferencia entre lo leído y
el pasado vivido, si ninguno de los dos puede vivirse de nuevo?
¿Vuestra imaginación juega al
escondite, como la mía, y se oculta en la zona de recuerdos, mezclándolo todo?
En mi caso, por lo menos, tengo la serenidad de vivir pudiendo elegir a ratos:
vivir la vida real, vivir la vida escrita, o revivir cualquiera de las dos…
Feliz Feria del Libro a todos.
Hola!
ResponderEliminarHe visto en otro blog que participas en la iniciativa Seamos Seguidores,yo también participo.Ya tienes una nueva seguidora.
Te espero en mi blog:
http://aprovechalavidacadadiaa.blogspot.com.es/
Nos leemos!