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Los libros. La nostalgia.

Hace unas semanas, leí en el blog de mi querida INMA (Millones de Letras) una frase que me impresionó muchísimo:

“el cerebro no distingue entre los hechos leídos y los que vivimos en realidad, lo que nos lleva a experimentar las mismas sensaciones”

Fue como una revelación. Y es que, si cierras los ojos, seguro que puedes verte a ti mismo en algún momento del pasado, rememorando un evento, unas vacaciones, un día especial… y, si vuelves a cerrarlos y lo que haces es rememorar la escena de un libro, un momento en una trama en la que te imaginaste caminando junto al protagonista y viviendo cada paso narrado… ¿a que no hay diferencia entre los dos recuerdos?

Pensar en todo esto ha hecho que me ponga nostálgica…

Y es que creo que he vivido muchos de los libros que he leído. “Leer es vivir muchas vidas” siempre me pareció una frase muy manida y poco identificativa de la realidad. Una frase demasiado exagerada. Pero, pensando un poco más detenidamente, creo que le he encontrado el sentido.

Me ha dado por pensar en los libros de mi vida. Sí, como los grandes amores. Esos que marcan hitos en mi paso, que son como fiestas que rememorar.



Empezando por el principio, recuerdo el primer libro “sin dibujos” que me leí. Di el paso de los libros infantiles ilustrados a las “novelas” en forma con MAXI EL AVENTURERO, de Santiago García-Clairac. ¡Menuda batalla aquella! No me veía capaz de leer tantas y tantas letras. Y, de hecho, recuerdo tardar siglos en terminármelo. Ni siquiera recuerdo de qué iba, o si me gustó, pero tengo grabada la imagen de ese libro azul y blanco colocado en mi mesilla de noche durante mucho tiempo, y es una imagen que me da mucha paz.








Lo siguiente que me viene a la mente es el primer libro GORDO que me leí ¿A que también tenéis ese primer libro largo y contundente que hizo que os sintierais mayores? Yo tenía, como supongo que casi todo el mundo, una colección de libros del Barco de Vapor. Ahí estaban, en mi estantería, con sus lomos naranja chillón, “Fray Perico y su borrico” o “La nariz de Moritz”. Y entre ellos, uno más gordo que los demás. ¡Más del doble de gordo! Era DE PROFESIÓN, FANTASMA, de Hubert Monteilhet. Tardé mucho en decidirme a leerlo, pero aún puedo cerrar los ojos y ver al protagonista caminando de noche por los tenebrosos pasillos de piedra del castillo, hacia la despensa llena de viandas. 


Di un salto (al menos para mí lo fue) hacia la literatura juvenil cuando me leí por primera vez un “libro de chicas”. De esos de páginas de canto rosa e historias de cambio de instituto y dramas de amigas. Recuerdo el primero de una serie, se llamaba ¡QUÉ ASCO DE AÑO! Y LA CULPA ES TODA VUESTRA. Suena dramático, ¿a que sí? Ahora que lo pienso, esos libros en realidad son bastante infantiles, pero para mí supusieron un cambio de literatura total.






Luego, el antes y el después. A mis 11 años me fui a Hogwarts y pasé allí toda mi juventud. Para mí, como para miles de personas, los libros de HARRY POTTER supusieron un antes y un después, y sin duda, confirman la idea de la que hablaba al principio: la historia de Harry Potter forma parte de mis recuerdos, igual que el instituto o las salidas, la playa en verano o los viajes de todos aquellos años. Y estoy segurísima de que no soy la única que tiene esa sensación. ¿Soy la única que sabría recorrer el colegio de magia con los ojos cerrados?


Con los años, cada vez han sido más los libros leídos y las aventuras vividas (sí, vividas casi de verdad). He ido pasando por muchas épocas: atracones de novela histórica, enganche a autores de humor o interés por las novelas gráficas y los libros ilustrados, por ejemplo. Y sigue acompañándome esa sensación: que mis propios recuerdos se entremezclan con las tramas de los libros. Un ejemplo es lo que me pasó recientemente con EL REGRESO DEL CATÓN, de Matilde Asensi (reseña aquí), donde la autora recupera a los personajes de su libro “El Último Catón” y les sitúa en una trama 15 años después de la trama del primer libro. Es como reencontrarse con viejos amigos: ¿qué fue de ellos? ¿dónde viven ahora? ¿a qué se dedican? Algo parecido hizo J.K. Rowling con Pottermore, y es que, ¿cómo quería que tras vivir 7 intensos años con Harry, Ron y Hermione, de repente no volviésemos a saber de ellos nunca más? Así, toda la información sobre el futuro en la vida (irreal) de estos personajes (ficticios) nos da la tranquilidad de saber que un buen amigo de la infancia está bien y es feliz.

Bueno, qué, ¿os he convencido? ¿hay vida real más allá del papel? ¿dónde está la diferencia entre lo leído y el pasado vivido, si ninguno de los dos puede vivirse de nuevo?

¿Vuestra imaginación juega al escondite, como la mía, y se oculta en la zona de recuerdos, mezclándolo todo? En mi caso, por lo menos, tengo la serenidad de vivir pudiendo elegir a ratos: vivir la vida real, vivir la vida escrita, o revivir cualquiera de las dos…


Feliz Feria del Libro a todos. 


Comentarios

  1. Hola!
    He visto en otro blog que participas en la iniciativa Seamos Seguidores,yo también participo.Ya tienes una nueva seguidora.
    Te espero en mi blog:
    http://aprovechalavidacadadiaa.blogspot.com.es/
    Nos leemos!

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