Título: No culpes al karma de lo
que te pasa por gilipollas.
Autor: Laura Norton
Editorial: Espasa.
Año: 2014.
Género: Narrativa.
Sinopsis: Te podríamos contar
con más o menos gracia de qué va la cosa, para que te hicieras una idea: que si
la protagonista, Sara, es my maja, que si tiene un trabajo muy interesante (es
plumista, ¿a que nunca lo habías oído?), que si es un pelín obsesiva y alérgica
a los sobresaltos…
Por supuesto,
la vida se le complica y se encuentra con que su piso se convierte en una
especie de camarote de los hermanos Marx cuando en la misma semana se meten a
vivir con ella su padre deprimido, su hermana rebelde y su excéntrico prometido
y, sobre todo, el novio al que lleva mucho tiempo sin ver…
Pero mejor no
te lo contamos porque te gustará leerlo. Lo único que necesitas saber es que,
desde el título, te garantizamos unas cuantas horas de descacharrante diversión
como hacía tiempo que no disfrutabas.
Mi opinión:
Hacía
muchísimo que no me sentía tan íntimamente identificada con una protagonista de
libro. Una chica, que se llama Sara, y a la que le pasan un montón de
desgracias, ¡de qué me sonará!
Es broma, jeje.
Pero sí me refiero a una chica a la que le pasan un montón de desdichas, y
todas a la vez. De esto que te pasan trastadas que consideras injustas, que
vienen todas a la vez y que no crees merecer y mucho menos poder superar. El karma, el maldito karma, al que le
echamos la culpa cuando más nos ahoga. Pero, como bien dice el título de la
novela, “No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas”. Y es que, muchas
veces, no es que el karma nos torture. Es que nos hundimos en la desgracia, nos
ahogamos en un vaso de agua, nos negamos a aceptar la ayuda de los demás y nos
regodeamos en nuestra miseria.
Y es que a la
pobre Sara, la protagonista, le pasan mil trastadas, y una cosa mala le lleva a
otra, y al final ve como su vida, que había dado un cambio tan positivo, se
precipita hacia el mayor desastre. Y claro, eso desencadena su demonio
interior, sus miedos y ese toque dramático que la acompaña desde niña. Qué,
¿aún no os sentís identificados?
¡Cómo explicar lo mucho que me ha gustado
esta novela! Podría decir, por ejemplo, que me la leí en apenas dos días.
Porque no podía esperar a ver qué nueva cosa le ocurría a la protagonista, o
cómo demonios iba a resolver la nueva desventura que le había ocurrido de
repente. Y, como en toda buena historia de amor, por qué chico se iba a decantar al final.
Esta novela
no se puede definir completamente como romántica, aunque hay amor. También hay
muchísimo humor, pero no por ello es una novela cómica. Se trata del día a día
de una treintañera madrileña que lucha por dar lo mejor de sí, de volar sola
laboralmente y encontrar el amor estable que tanto desea. Es una novela de hoy,
del día a día, de una realidad tan tangible que asusta.
Lo mejor de
la novela podría decir que son los
diálogos, sin duda. Se nota muchísimo, y se agradece, que la autora es
española, y es que ha conseguido plasmar en el papel las conversaciones más
banales, los tonos más auténticos. Esas madres que echan la bronca por todo,
esos padres que no saben relacionarse con sus hijas, esos jóvenes que viven por
internet… De verdad, los diálogos no
pueden ser más auténticos, ¡y más divertidos! Son la joya de la novela.
En mi
opinión, el libro está a la altura de las novelas de Elisabet Benavent
(@BetaCoqueta). Engancha igual, y no tiene ese erotismo tan monótono.
Y la última
novedad es que la novela va a ser llevada
al cine, y previsiblemente, se estrenará este mismo año 2016 (como otro
montón de libros que serán pelis este año). Ya el elenco está decidido y cuenta
con bastantes caras conocidas:
Por último,
os dejo el enlace para LEER EL PRIMER CAPÍTULO aquí.
Mi puntuación: un 8 sobre 10.
Creo que te torturas demasiado. La vida a veces es dura pero culparse a uno mismo de ello es absurdo, en todo caso culpa a Dios o algo jeje. Respecto al libro pinta bien. Supongo que es aquello de que nada atrae tanto como un personaje al que no paran de sucederle desgracias, y si no fíjate en Escarlata O´hara. Sólo espero que tenga un final féliz. Habrá que averigualo ¿no?
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